...Azato e Itosu compartían una gran virtud: no tenían celos de los demás maestros. Más aún, me presentaron a los que conocían, aconsejándome que aprendiera de ellos sus mejores técnicas. Los instructores de karate corrientes eran reacios a permitir que sus alumnos practicaran con profesores de otras escuelas, Azato e Itosu estaban muy lejos de pensar así. Aunque no me hubieran enseñado nada más, su ejemplo de humildad y modestia respecto a los demás seres humanos, me hubiera bastado. Nunca se jactaron de las hazañas que se les atribuían, al contrario, las consideraban "locuras juveniles"...
(Funakoshi Gichin).
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